lunes, 20 de abril de 2009

Reflexión 3: Para hacer algo primero hay que saber

Para ingerir la comida como se debe, ya sea en el almuerzo o en la cena se debe esperar aproximadamente media hora para recién ingerir líquido. Es decir, que después de clavarnos una polenta a la pomarola que nos representa unos 39 grados centígrados debemos esperar 30 minutos, casi un primer tiempo de un partido de fútbol, para poder tomarnos un vaso con agua que alivie como dentífrico a quemadura de mano. Pero lamentablemente, está corroborado por cualquier médico. A ver si entendí bien. ¿Y qué sucede si nos pasamos o nos adelantamos a los 30 minutos? Porque podría ser un inconveniente. Pero analicemos esto más detenidamente.

Tomaremos un ejemplo. Son las 2 de la tarde y la señora Clara está en su casa terminando de almorzar su comida de todos los jueves. Comida macrobiótica. Se quita el delantal, se lava las manos en la canilla de su cocina y se dirige al momento de mayor placer de su mediatarde. Se dispone a agarrar el control remoto de su 14 pulgadas, lo enciende y se sienta en su sillón porque todavía no ha pasado la media hora desde que terminó de comer. ¿Esto implica que Clara, nuestra ama de casa, va a perderse parte de su novela adictiva, por respetar la media hora para tomar un vaso de agua? No creo que en la novela respeten el mismo patrón de comportamiento ya que tiene cortes, está editada y la muestran cómo quieren. Igualmente sería divertido ver a Facundo Arana diciendo: “Corten… corten… que hace media hora comí y ahora necesito tomar agua”. En fin, esta actitud física, para no decir disciplina es contraproducente en un ama de casa.

Pero para ser justos, analicemos a otro tipo de persona, un mecánico de taller. Este hombre reluce su overol cubierto de aceite con una llave tuerca saliéndose por uno de sus bolsillos. Siempre está mascando chicle y mira uno de sus posters eróticos de una bosterita hot colgado al lado de su tablero, igualmente aceitado. Este hombre trabaja todo el día sin parar y si almuerza lo hace de manera rápida, pero lo hace y encima mientras tiene que reparar alguna que otra parte del auto que alguién le dejó mientras está comiendo en algún lugar de la ciudad, tiene que comer. No me quiero alejar así que voy a volver a este pobre hombre sacrificado. Supongamos que se prepara unos sandwiches a la una y media de la tarde para que a las dos en punto pueda tomar el agua que necesita para hacer la digestión. Para que pueda hacerlo, a este tipo no tiene que entrarle ningún auto a las dos, porque se puede perder de que su organismo digiera adecuadamente la comida, a no ser que pida permiso y mientras repara el auto beba el agua que necesita para que su organismo funcione tan bien como se espera de los autos que le dejan. Muy difícil ¿no?

Por eso existe la gente disidente. Los que pensamos diferente. Los que nos clavamos un pancho mientras tomamos una deliciosa Co_ a Cola en plaza Congreso o en las sillitas de Puerto Madero. Los que mientras manejamos, no esperamos a llegar a casa para saborear una buena Heinek_n.

Ya sea por uno u otro método, todos necesitamos tomar algo después de comer, el tema está en que sea líquido y no sólido.

Concluyo: Si hablamos por hablar hacemos por hacer.